El espacio interno

Durante la época en la que yo trabajaba sobre los  tres estados de conciencia: físico (cuerpo), sutil (sentido cinestésico y energía) y emocional, surgía, a veces de forma espontánea, en ciertas personas, la experiencia, tal vez no plenamente consciente, de un estado de conciencia  especial desde el que surgían certezas, frases e imágenes reveladoras que no habían pasado  el proceso  habitual, mental  o de memoria.

Estas experiencias que eran, la  mayor parte de las veces, profundamente transformadoras tanto al nivel fisiológico como psíquico, resultaban  misteriosas y aparecían como el  fruto  espontáneo del trabajo corporal, emocional y energético. Yo llamaba estas  experiencias, la llave misteriosa, puesto  que  resultaba imposible  provocarlas  desde la voluntad.

Sin embargo, la  capacidad  para   conectar  con los  niveles  sutiles  y  el  espacio  interno no debía ser  un  don  de  algun@s  elegid@s; es universal y una  capacidad  que  tod@s  poseemos, una dimensión de nuestro ser que nos suele ser ajena a pesar de estar presente en tod@s nosotr@s.

Este  cuarto  nivel  de  conciencia, habitualmente está enmascarado  por las  tensiones  físicas, los  bloqueos  energéticos  y  emocionales que  actúan como  barreras que  nos  impiden percibirlo.

 Por  esto  en Diafreo  buscamos una vía de  conexión consciente con esta fuente  de  información; una  vía que  no fuera accidental ni necesitara estar ligada a religión alguna o creencia sobrenatural.

Quería buscar  un camino que evitara  el salto  cualitativo que debe hacerse, como se  suele plantear en  diversas técnicas  de meditación, para acallar  el cuerpo, las  emociones  y la mente.

 Y siendo  nuestro  cuerpo nuestra herramienta más directa,  que podemos  utilizar, tanto  para la transmisión  de  información  como  para  su  bloqueo o distorsión, el método Mézières, uno de nuestros pilares en Diafreo, resultó ser el preciso y precioso medio que, mediante la liberación de las tensiones profundas estructurales, nos permite la abertura de estas  barreras y  nos facilita atravesarlas para  tener  acceso a estos espacios.

Juntos, el trabajo  físico, el  emocional y  el  energético ayudan a soltar resistencias y obstáculos, para  permitir el  libre  fluir  de  la Energía de  Vida, y  reencontrar así la misteriosa  llave que  nos  conecta con nuestra propia información.

Para llegar al Espacio Interno, este espacio  no  material  de  nuestro  ser, que  está  en  cada  una  de  nuestras  células, y poder experimentar la  Unidad de  nuestro  Ser.

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