Nuestra Historia

La forma del cuerpo, las posturas y la actitud corporal que se adquieren al transcurrir los años, permiten modular o bloquear el flujo de la información.

La historia de nuestra vida da forma a nuestro cuerpo.

En Diafreo, la experiencia nos ha demostrado que estos procesos de acortamiento y contracción crónica de las cadenas musculares no responden solamente a  procesos físicos, como describió Mézières, sino que se configuran y aceleran también debido al proceso de adaptación al entorno y a los traumas psíquicos

La forma del cuerpo, las posturas y la actitud corporal que se adquieren al transcurrir los años, permiten modular o bloquear el flujo de la información sensorial y nerviosa, inhibiendo o disminuyendo así su impacto emocional. Condicionan también, de esta forma, la capacidad de  respuesta, inhibiendo la expresión emocional del cuerpo, adaptándola a las demandas  y represiones del entorno.

Nos expresamos con los músculos.

Para nuestra expresión emocional utilizamos la musculatura. Y los músculos de nuestra cara, nuestros brazos, piernas, garganta etc… son regularmente contraídos e inhibidos para limitar esta expresión.

 El proceso de acortamiento de las cadenas musculares está en relación directa con el proceso defensivo: tanto si necesitamos defendernos de situaciones e informaciones que resultan traumáticas y difícilmente asumibles por nuestro psiquismo, como si, debido a accidentes o caídas, nos protegemos de las informaciones de dolor mediante movimientos, posturas y contracciones crónicas antiálgicas.

En una situación como en otra, estas tensiones que se organizan para bloquear las informaciones dolorosas e inhibir respuestas y movimientos conflictivos, siempre, invariablemente, lo hacen siguiendo el trayecto de las cadenas musculares descritas por Mézières.

 Sin embargo, la capacidad selectiva de control sobre el sistema nervioso y muscular no aparece en el nacimiento. Un bebé no puede controlar voluntariamente más que los ojos y la boca. La capacidad de control sobre la musculatura y el sistema nervioso va madurando de forma progresiva a lo largo del crecimiento. Por lo tanto, según en qué época de la vida hayan aparecido las experiencias mayormente inhibitorias o traumáticas, dependiendo del estadio de maduración en esta etapa, los procesos de bloqueo  serán más globales o localizados. Y diferentes las zonas o funciones afectadas, organizando así la forma futura de nuestro cuerpo.

 Para mantener estos bloqueos, utilizamos los músculos y el bloqueo de la respiración en mayor o menor grado. En Diafreo llamamos estructurales a estas tensiones profundas y crónicas, que van organizándose principalmente durante el crecimiento,  porque son las que, además de configurar la forma del cuerpo, condicionan lo que se suele llamar  el carácter.

 Por otra parte, es mediante la forma de nuestro cuerpo y de nuestra actitud corporal que participamos en la comunicación no verbal que, en un plano sutil, la mayor parte del tiempo inconsciente, está siempre activa.

Así, por ejemplo, si por la calle se acerca una persona con el pecho abombado y la barbilla prominente, no recibimos de ella el mismo mensaje que el de otra que se aproximara con el pecho y la barbilla hundidos.

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