Aunque la respiración fisiológica sea una.
En Diafreo no enseñamos a las personas a respirar sino que observamos dónde están los frenos que impiden que el movimiento respiratorio sea libre.
Y estos frenos están siempre en la cadena posterior que describió Mézières y en la cadena lateral descrita en Diafreo.
Por lo tanto si queremos liberar la respiración, deberá pasar por flexibilizar estas cadenas para que, a su vez, liberen el movimiento del Diafragma que es el verdadero músculo respiratorio y que, como dice la palabra Diafreo, tiene que “separar dejando pasar”.
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Pero ¿por qué es tan común el bloqueo, en mayor o menor grado, de la respiración?
El bloqueo de la respiración tiene una función muy importante.
Y es disminuir la intensidad de la sensación, bien sea un dolor físico o una emoción.
Es nuestro primer mecanismo de protección para no sentir. También para bloquear una respuesta.
Este sistema de contención es muy común. Sin ser conscientes de ello lo utilizamos a menudo. Basta con observar nuestras propias reacciones
Si nos hacemos daño, suele ser la primera respuesta. Por ejemplo, si nos pillamos los dedos con una puerta, la primera reacción es inspirar con fuerza y retener el aire, quedando en inspiración. Es una forma instintiva de disminuir el dolor.
Igualmente, si hemos de enfrentarnos a una situación que nos da miedo, por ejemplo, tener que pasar de noche por algún lugar que nos parezca inseguro, pasaremos casi sin respirar. También aquí es una forma de disminuir la intensidad del miedo.
La retención de la respiración bloquea el fluir de la energía, dificulta la llegada de la información a nuestro cerebro para ser descodificada, permitiendo así contener la emoción y, retener o retrasar la respuesta a los estímulos.
Y para mantener el tórax en inspiración contraemos los músculos de la espalda, especialmente los paravertebrales, que a su vez comprimen el sistema nervioso para ralentizar así la circulación de la información.
Son mecanismos maravillosos de nuestro cuerpo para protegernos.
Los utilizamos, muchas veces de forma inconsciente, cuando no podemos permitir que una emoción o un dolor, lleguen a la conciencia con toda su intensidad, cuando no podemos asumir el significado de lo que estamos viendo o viviendo.
Un mecanismo que se acaba convirtiendo en una limitación cuando se cronifica, para silenciar los dolores y memorias retenidos en las tensiones de nuestra musculatura.
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